miércoles, 1 de septiembre de 2010

Mi regreso a Warhammer

El Blanco…
…es importante para mí. La hoja en blanco que intento llenar de palabras. Un Blanco que ha significado mucho.
Y hoy, mientras me distraen los mejores momentos de Buenafuente, escribo la que será mi primera entrada.

Cómo ha regresado Warhammer a mi vida.

Lo primero sería cómo llegó en su día, y la respuesta es bien sencilla: un friki siempre sabe cual es su siguiente frikada. Miniaturas de plomo (sí cuando empecé las minis aún contenían plomo). Coleccionar, pintar, leer trasfondos y jugar a un juego que no tenía tablero ¿Qué más se podía pedir? Supongo que unos precios más asequibles, pero encontrar formas de abaratar gastos también fue divertido.Y así, como si siempre hubiesen estado ahí, las minis empezaron a amontonarse. Encontré amigos con los que jugar y el hobby pasó a llenar incontables tardes de verano. Pero todo cambia, y un día el warhammer pasó a un segundo plano (las noches en Valencia influyeron… aunque años después regresaría más friki que nunca). Pero como decía, ya no había lugar para el warhammer. Nunca lo olvidé. Siempre deseé volver a jugar, a inventar historias y nombres para mis personajes, a pintar (a mi trepidante modo de pintar –ironía-) y sobretodo a volver a sentir ese cosquilleo que sólo el friki puede sentir al ver, estupefacto y orgulloso, una mini terminada.



Y un día, tras lustros sin comprar una mini, me adentré en el sendero que me devolvería a los wargames. Como guiado por la mano del dios friki, entré en la página de Games Workshop. Un nuevo reglamento, nuevas e impresionantes miniaturas… un mundo se abría ante mis ojos, un mundo mejor.
Aún con jet lag por el viaje a Japón acudí a la tienda en la que solía jugar a Magic. Esta vez con la clara intención de comprar Warhammer.
Una duda se apoderó en ese instante de mi ser: ¿Orcos y goblins o Guerreros del Caos? Por un lado, mi corazón es verde y por otro, mi rauda mano con el pincel… difícil decisión. Entonces, una deidad oscura guió mis ojos hasta los nuevos caballeros del Caos y la duda se disipó.
Sé que tarde o temprano acabaré pintando algún orco (o goblin) aunque sea por pura diversión, pero mi primera inversión sería para los dioses caóticos.
Al día siguiente quedé con una amiga que estaba trabajando en Ibiza e iba a venir unos días. Por la tarde fuimos a casa de una amiga que le daría cobijo. También compartían piso con la hermana de otra amiga y su novio (sí, en esa casa vive mucha gente y no las he citado a todas… incluso me contaron que los vecinos habían llegado a pensar que se trataba de un piso patera, cuando en realidad es algo más parecido a una casa de acogida :D). A lo que iba, el novio se puso a leer una revista que llamó poderosamente mi atención: una White Dwarf. Él acababa de descubrir el que es uno de los mejores juegos del mundo moderno. Le expliqué que mis conocimientos estaban tan obsoletos como el MS-DOS, pero eso no importó para que acabáramos buscando la tienda más cercana para comprar una caja multicomponente. Y tras una señal tan evidente de que mi camino volvía a cruzarse con los dados y los marcadores, regresé al Warhammer.

P.S.: Cuando termine de pintar un caballero del Caos colgaré las fotos.

1 comentario:

  1. Siempre he creido en el eterno retorno del friki a sus primeras aficiones, yo tambien sufri un serio paron de unos cuantos años cuando empece el bachiller, pero ahora, hace un año escaso, he vuelto a la carga. Los dioses del warhammer estaran complacidos con nosotros (o al menos sus carteras).

    ResponderEliminar